jueves, 26 de noviembre de 2009

Acusatio

- ¡Fuiste tú! – Acusó en un grito furioso, cargado de ira- tú eres la autora de todo esto.
- Así es, no había más propósito que el engaño, la mentira, el dolor que pudiera ocasionarte. ¿Y qué me importa a mí los que sientas? ¿Qué me importa lo que pienses? Los que importa es la especie, la raza, la sangre… no las preocupaciones baladíes de una mera fantasía.

¿Una confesión? No era posible… Debería de haberlo negado, debería de haber dado una justificación coherente, plausible…. ¿La sangre? ¿La raza? ¿Qué diantres significaba todo aquello? Nadie en su sano juicio admitiría ser el autor de aquello, nada humano debería poder hacerlo… Una loca... Sí, eso era, una pirada, una demente, una bastarda hija de puta, es lo que era…

- No hay propósito bello –continuó-, sólo un error, sólo caos, sólo destrucción. Es necesario un nuevo principio, y para ello es preciso trazar un final. Aquí y ahora. La humanidad va a conocer un nuevo génesis. Desde este vertedero amanecerá un nuevo día para la especie, una nueva especie, mejor adaptada, más dotada. Superior.

¿Un error? ¿Qué coño estaba diciendo? Bastaba ya de charla insulsa, de charla incomprensible. ¡A la mierda las disertaciones filosófica! La ira tomo el control, el fuego se hizo con él... y entonces todo comenzó.

jueves, 19 de febrero de 2009

Tomando el Área 76. Primera parte.


Una bala silbó junto a su oído, a escasos centímetros de su sien, mientras permanecía parapetado tras una losa de piedra, lo suficientemente gruesa como para ser considerada una zona cubierta del fuego enemigo. Asía con fuerza en sus manos una pistola, calibre .45, siete balas por cargador. No tiene una cadencia de fuego demasiado rápida, pero un único tiro certero bastaba para derribar cualquier blanco enemigo.

El sonido de los disparos inundaba la escena, las viejas ruinas del área 76 se habían convertido ahora en un campo de batalla, como tantos otros. Podía sentir como los proyectiles enemigos impactaban contra su improvisada cobertura.

-¡Serv, ahora!- grito Hertz desde algún punto indeterminado.

En ese preciso instante Serv se incorporó con cautela. Solo dos blancos posibles, uno disparando con una automática y otro recargando un fusil. Eran Modernos, la franja verde de sus grisáceos uniformes les delataba.
Rodó por el suelo, evitando la metralla enemiga y encañonó a su objetivo.

¡Bang! El hombre de la uzi se desplomó de espaldas contra el suelo, con la mirada perdida. Uno menos.

Su compañero, con el arma ya dispuesta, medio escondido tras los restos de una columna colocó suavemente su índice sobre el gatillo, apuntando a Serv, un blanco fácil. De repente un sonoro estruendo precedió a la bala que le atravesó el tórax. Bastó para derribarle.
Serv, inexpresivo, miró hacia su derecha y puedo ver como Jade, oculta tras un tabique medio derruido, le guiñaba un ojo a la vez que percutía su rifle tras haberlo disparado.

-¡Continuamos!- ordenó Serv a sus camaradas.