martes, 25 de mayo de 2010

Te propongo un desafío: Bandeja de Entrada

Imagínate que estas en un proceso de selección de personal para un puesto al que denominaremos "investigador" (ya sea perodista, psicólogo criminalista, detective, juez,...) y que de repente, después de varias entrevistas y multitud de tests, te plantan delante el documento siguiente. Parece tedioso, qué pereza leerse todo eso. Por eso mismo, sin en algún momento te aburre la trama, eres completamente libre de dejarlo ;).

Si te animas a tratar de resolverlo, deja tu respuesta como comentario y te comentaré cómo está.

Instrucciones:

Durante esta sesión usted deberá ponerse en la piel de Mike Anderson, un psicólogo criminalista del departamento de policía de Texas al que se le ha encomendado la resolución de un reciente caso. La información con los detalles que pueden serle útiles está en su correo electrónico. Tras leer esta información que irá recibiendo a su bandeja de entrada y desde diversas direcciones de correo electrónico relacionadas con el mencionado caso, usted deberá elaborar un plan de acción o informe que tendrá que entregar al finalizar el tiempo límite de 2 horas y que contendrá un informe sobre la situación y un posible plan de actuación que usted llevaría a cabo, plan cuyos pasos deberán ser tanto explicados en detalle como justificados. Suerte en la tarea.

Planteamiento:

De: Janus Haufman, jefe del departamento de policía de Texas.

Buenas noches, señor Anderson.

Ha desaparecido una joven periodista, Jesse Bloom, hará algo menos de 8 horas. Ya sabe que normalmente esperamos a las 48 para proceder con las investigaciones sobre desapariciones, pero me temo que este es un caso especial pues hasta el mismísimo gobernador nos ha presionado para comenzar su búsqueda de inmediato. Es imperativo que de con ella con la mayor celeridad posible pues es probable que estemos ante un posible intento de asesinato.
Necesitamos que proceda con la investigación enseguida y que nos envíe un informe con sus conclusiones en menos de 120 minutos.

Saludos, Janus Haufman.


De: Theodor Johnson, editor jefe de la prestigiosa revista “Casos de Actualidad”.

Gracias a Dios que han aceptado nuestra petición. Estamos muy preocupados en la oficina por la buena de Jesse. Me alegra poder colaborar con fuentes policiales, sepa usted que estamos aquí para lo que sea necesario.
Sobre Jesse, era una de las periodistas con más renombre de nuestra casa, aunque su reputación se haya puesto en entredicho últimamente por motivos que no vienen al caso. La revista la envió a Texas para la realización de una entrevista al convicto que será ejecutado mañana mismo: Daniel Grey, un asesino y un violador. Nuestra preocupación por Jesse es doble puesto que Daniel se había negado a hablar con las prensa hasta que su abogado nos mandó una carta en la que Grey accedía a ser entrevistado por Jesse pero sólo por ella, quien por su parte se entrega con demasiada pasión al trabajo.
Comprenda nuestro desasosiego con esta situación, más allá de cómo pueda afectar esto a la revista, por la inquietud que levanta el caso de Daniel Grey. Tememos que Jesse haya podido verse envuelta en alguna trama de este caso y por ello haya desaparecido.

Si necesita algo más no dude en hacérnoslo saber. Muchas Gracias.


De: Zack Crowley, asistente de Jesse Bloom.

Doro (el nombre de pila del jefe de la revista) me ha dicho que me ponga en contacto con usted, que está a cargo de la investigación sobre Jesse y eso… Bueno, lo primero es presentarme, soy Zack Crowley y la revista me envió para ayudar a Jesse con todo lo que me fuese posible. Aunque en realidad yo creo que me encasquetaron como petate, ya que debido al incidente de la pedofilia de Jesse necesitaba a un hombre que la acompañase y poder acceder a la penitenciaría de Ellis sin problemas, ya sabe que los tejanos son muy estrechos de miras (sin ánimo de ofender, ya sabe). En fin, el caso es que allí estábamos los dos, en una trepidante aventura para desentrañar el misterio de Daniel Grey.
Y sí, misterio porque aunque se haya dictado una sentencia, creo que el juez Zimmer no ha podido estar más equivocado en toda su vida. El asesinato de Temperance Hadley, compañera de Daniel en el Death Watch –una organización contraria a la pena capital de este Estado- fue demasiado chapucero… Ese tío fue un importante intelectual, primero de su clase en Harvard, con trabajo a los 27 años recién salido de la facultad, dos libros publicados, y aún podría seguir… Es un semental académico y un ferviente liberal. Tío, matar así a una persona… no encaja con alguien como Grey.
Pero Jesse permanecía impertérrita, convencida a no dejarse llevar y con pretensiones de hallar la verdad sobre el caso. Ya lo había hecho antes, y tenía la intención de hacerlo ahora.
La revista nos había dado tres días para hablar con Grey, dos horas cada día, de tres a cinco de la tarde. Jesse no me dejó quedarme ni una maldita vez a su entrevista con Daniel, aunque lo que me contaba sobre el caso era sobrecogedor. Le anexo las anotaciones de Jesse sobre el caso al final del mail para que se haga una idea, agente.
Bueno… el caso es que Jesse desapareció después de realizar la segunda entrevista a Grey. Nos reunimos a las cinco y cuarto y nos fuimos a Dallas a recoger el pago para el abogado de Grey y cuando llegamos al hotel, ella se fue al baño. Y bueno, desapareció. Así, sin más. Se metió en el baño de la recepción después de darme la llave de nuestras habitaciones y no volvió. Al cabo de unos diez minutos fui a buscarla y no había ni rastro de ella. Esto es muy extraño ya que la prioridad de Jesse era el artículo… No me explico como pudo desaparecer así a no ser que alguien la forzara a ello, ya me entiende. Sucedió sobre las 8 ó 9 de la tarde, no recuero bien… el caso es que no volví a verla desde entonces y es por ello por lo que me puse en contacto con ustedes y la revista.

En fin, todo esto es desesperante. Por favor, encuentre a Jesse… nos vamos a quedar sin la tercera entrevista y pronto ejecutarán a Daniel Grey. Y dioses, espero que no le haya pasado nada.


Archivo adjunto:
Cuaderno de Anotaciones de Jesse Bloom

DÍA 0—Camino a Texas (previo al inicio de la entrevista).

20.03 p.m.

Daniel Grey me ha elegido, me ha elegido a mí. ¿Por qué a mí? No dejo de preguntármelo… Lo cierto es que cuando finalmente he convencido al machista de Johnson para que me permitiera entrevistar a Grey durante los siguientes tres días, he sentido un escalofrío que integraba miedo y entusiasmo con un toque de empatía.
Eso sí; todo tendrá que ser bajo la atenta mirada acompañante del maldito Meritorio… Bárbara tiene razón; esto es trato discriminatorio. ¿Desde cuándo una periodista tiene que ir acompañada a prisión por un HOMBRE, sólo por ser etiquetada como” atractiva” por su jefe? “Se suavizaría con la presencia de un hombre”, dijo Johnson… ¡Já!

22.15 p.m.

Genial. Durante los próximos tres días no sólo haré de periodista, psicóloga y oyente de un asesino en serie sino que también me veo en la obligación de hacer de canguro. Resulta que (y no me pilla por sorpresa) Zack, mi Meritorio, es un criajo sabelotodo de veinte años al que tendré que cambiar los pañales y dar papillitas de cereales…
Hoy hemos llegado a Houston y, por el camino, hemos estado hablando acerca de las pruebas. El ADN de Grey estaba por todas partes. Su semen estaba dentro de ella. Se le vio salir de su casa, sus huellas estaban por toda la cocina… había una en la bolsa que amordazaba la boca de la víctima. El meritorio tocahuevos dice que media huella, para justificarlo. Para mí es suficiente. Estoy segura de que es culpable. Zack piensa que quizá Grey tocó la bolsa antes de que ésta fuera el arma homicida. ¡Já! Ingenuo… Ya lo dije, un bebé. Que a él le encante tocar bolsas de basura no significa que todos seamos unos tocones de plásticos domésticos que vayamos por el mundo acariciándolas. Zack piensa que quizá la bolsa estuviera en la encimera o en un sitio parecido… insisto, me alegro de que al menos sea periodista porque como investigador policial no tiene ningún tipo de futuro. Grey merece morir, y punto. El hecho de que Grey sea un importante intelectual, el primero de su clase e Harvard, Becario de Rhodes, con trabajo a los 27 y dos libros publicados no me hace cambiar de idea. Zack dice que al ser un ferviente liberal es muy poco probable que se trate de un asesino en serie. De verdad, no imaginé que aguantar a un becario pudiese resultar tan pesado. Me revienta que piense que es periodista… Mientras nos dirigíamos a Houston hemos tenido que parar por problemas en el coche; olía raro y hemos pensado que quizá no sería aconsejable seguir adelante sin antes supervisar el estado del automóvil. Hemos parado en un área de servicio para llamar al Servicio de Asistencia en carretera; como el bebé se meaba, me ha dejado sola en la carretera en medio de la noche (como buen meritorio protector de pobres mujeres periodistas indefensas). Esto no habría tenido la menor importancia, de no ser porque de pronto ha aparecido una camioneta con un señor con gorro de cowboy dentro. Ha parado. Nos ha mirado detenidamente durante unos segundos y ha seguido adelante.

PRIMER DÍA

09.15 a.m.

Hoy, el bebé pequeño que hace pis en medio de la carretera por las noches y toca bolsas de plástico y yo hemos estado desayunando en un Motel recóndito de Texas. Cuando he llegado, Zack estaba leyendo (además de fumando; me revienta que la gente fume tan temprano) un libro de Grey: “Agotamiento dialógico”. Zack dice que es un genio. Tras desayunar, y aconsejarle a Zack que nunca coma donde los menús tengan fotos de la comida, disponíamos de cinco horas y media para visitar a Grey en la cárcel de Dallas. Aunque, bueno, antes de ello Zack me ha propuesto ir a Austin a comprobar la escena del crimen y así obtener información para nuestro artículo. ¡NUESTRO artículo, dice! No es nuestro artículo. Es MI artículo. Y no es un artículo, es una entrevista. MI entrevista. No le he dejado presenciar mis entrevistas; tan sólo he permitido que me acompañara a Ellis por aquello de que soy una mujer joven y atractiva. Después, le he mandado a buscar un restaurante decente.

Pero bueno, a lo que iba. Cuando nos dirigíamos a la Unidad de Ellis del Departamento Penitenciario de Texas, hemos visto por el camino más iglesias (y cárceles) que Sturbucks, algo muy característico del sur ultraprotestante. El lugar era frío y estaba hipervigilado. ¿Sus tres preocupaciones? Seguridad, seguridad, seguridad. Hemos tenido que atravesar unas cinco puertas con la ayuda de nuestro carnet identificativo electrónico y todo el recinto estaba flanqueado por una red de espino.
Nada más llegar, hemos hablado con Duve Roger, director de la Unidad de Ellis, hogar de todos los condenados antes de que les llegue su hora: el corredor de la muerte. A pocos les conmutan la pena, por lo que la mayoría de ellos suelen ser ejecutados. El imbécil nos ha preguntado si llevábamos armas. ¿De verdad pensaba que si las llevara iba a decírselo? Además, es imposible… hemos pasado más controles de seguridad que en el Aeropuerto de Nueva York. También tienen reglas contra llevar gran cantidad de dinero y contra los zapatos tipo sandalia. ¿Que por qué? Porque por lo visto, ponen a mil a los internos. Según el director, si pasara algo desagradable, deberíamos quedarnos donde estamos (¿incluso si me están quemando viva?) hasta recibir instrucciones de los excelentes funcionarios de la Unidad. Todo lo que comentásemos sería escuchado, hasta el punto en que cualquier mención sobre alguna actividad delictiva por nuestra parte podría ser considerada a posteriori como prueba.

Una vez nos despedimos del cretino del director, entramos al área de visitas, lugar en el que se encontraba el otro cretino del escenario: Daniel Grey. No obstante, estaba acompañado de su irónico a la par que desagradable abogado. Éste me invitó a sentarme y… en fin, según giré la cara hacia la reja me topé con el rostro de un hombre moreno de mediana estatura cuyos ojos no paraban de clavarse en los míos: Daniel Grey. Sin titubear, me miró me soltó un contundente: Hola. Yo, después de examinarle de arriba abajo durante un eterno milisegundo, le devolví el saludo y sonreí. Al levantarse para saludar, un funcionario le ordenó que se sentara por megafonía.
Una vez acordado el número de sesiones con el abogado, así como una vez restablecida la condición que contemplaba que debía deshacerme (gustosamente) de mi becario, tomé asiento estando ya a solas en la sala con Grey. El abogado, antes de irse, me advirtió de que no me estaba permitido registrar el testimonio de Grey mediante grabaciones.
Grey me invitó a tomar asiento. Con el objetivo de romper el hielo, le comenté que menudo personaje tenía por abogado. Grey me comentó que su abogado suponía el único contacto con el exterior, además de un buen amigo. Al preguntarle acerca de su ex mujer y su hijo, se molestó bastante y me advirtió que no me iba a permitir que le hiciera preguntas sobre ellos, ya que no formaban parte de la oferta o trato acordado. Tras sorprenderme con su asertividad, le hice saber que toda aquella información extraoficial que decidiera comentarme me la llevaría a la tumba. No mentía. Vamos, que no es que lo hiciera tan sólo por ganarme su confianza ya desde la primera impresión. Me sorprende que, a pesar de todo, su rostro aún guardara una expresión pseudosonriente y que aún le quedaran ganas para reírme las bromitas estúpidas que le fui soltando a lo largo de la entrevista (como si mi boli se consideraba equipo de grabación). La verdad es que ninguno de los dos sabíamos cómo empezar. Ante el ambiente de indecisión, aproveché para iniciar la entrevista preguntándole qué diantres estaba haciendo yo allí. Grey no dejó de sorprenderme y me respondió que nadie que le observe a través de ese cristal ve una persona, sino un crimen. Incluida yo.
Dijo que, para mí, no es Daniel Grey sino un violador y asesino en serie a falta de cuatro días de su ejecución. Me confesó que la razón de que yo estuviera allí es que se le recuerde tanto por cómo vivió y qué decisiones tomó como por la forma en que murió. De acuerdo, ¿pero por qué yo? Su respuesta tan sólo fue que por qué no, aunque después me aclaró que el hecho de que en su día yo también estuviera en rejas por lo del caso de aquel artículo de abusos a menores en el que protegí a las fuentes (aunque fueran la escoria del porno; una profesional es una profesional) también había contribuido un poco a que se decantara por mí.
Grey me avisó de que la historia que tenía que contarme iba a ser dura. “No va a serle fácil”, dijo. Comenzó contándome cómo llegó a dirigir el Departamento de Filosofía de la Unidad de Austin. Me habló de sus clases magistrales de filosofía en las que hablaba de temas como la fantasía y de una alumna que insistía en seducirle para aprobar la asignatura: África. En una ocasión incluso entró en clase para informarle de que haría LO QUE FUERA por aprobar. Grey se había resistido en numerosas ocasiones a sus jueguecitos, a pesar de que la joven era muy atractiva y de que la relación con su esposa iba de mal en peor (por lo visto, ésta no hacía más que visitar Barcelona cada fin de semana “por motivos de trabajo”). Y justo en ese momento fue cuando Grey me habló por primera vez de su compañera de Universidad y de Death Watch, Temperance Hadley, una mujer de unos cuarenta con la que guardaba una estrechísima relación. Ambos trabajaban contra la Pena de Muerte y habían estado planificando durante mucho tiempo cuál sería el guión y estrategias a seguir a la hora de poner en práctica la entrevista-debate que le había sido concedida a Grey con el Gobernador de Texas para tratar este asunto por el que tanto se entregaban ambos (lo que, por otra parte, resulta paradójico teniendo en cuenta que hoy día es Grey el que se encuentra condenado a muerte, ¿no?).

Grey me habló de la fiesta universitaria a la que acudió justo la noche antes de la entrevista con el Gobernador, fiesta a la que acudieron muchos de los profesores y alumnos de la Universidad de Austin. Justo ese mismo día, África había sido expulsada como consecuencia de su pésimo rendimiento ya alargado en el tiempo, por lo que ésta aprovechó que ya no era una alumna de Grey para seducirlo de nuevo y que éste cediera a sus encantos. Tras beber mucho alcohol, contar chistes en grupo, reír y cantar, África arrinconó al profesor Grey en un baño y le encerró con el objetivo de mantener una relación sexual con él, no sin antes pedirle que no le rechazara. Grey cedió (por lo visto, gustosamente). África le pidió explícitamente que le arrancara su ropa interior y le arañara fuerte y le mordiera el hombro, además de solicitarle que la relación fuese agresiva. Dos días después, África denunció a Grey por violación. La policía de Austin le detuvo a la salida de la entrevista. La entrevista con el gobernador fue un desastre, ya que Grey no pudo controlar su ira e hizo comentarios de lo más irónicos y ofensivos en directo. Temperance Hadley se cabreó con él, alegando que gracias a su inoportuna intervención la imagen de la organización Death Watch a la que ambos pertenecían iba a verse tremendamente resentida.
África tenía mordeduras suyas, moretones, tenía la ropa desgarrada y encontraron piel suya bajo sus uñas. En fin, que sólo podía parecer una violación. Luego África retiró los cargos y se fue de la ciudad, haciendo que Grey pareciera culpable y que ella no podría soportar un juicio. Su esposa tuvo que leerlo todo mientras esperaba en el aeropuerto preguntándose por qué Grey no estaba allí para recogerla. A las dos semanas salió en libertad bajo fianza. Le pregunté por qué cree que África hizo una cosa así. Grey respondió que para burlarse de la autoridad, para demostrar a los que mandan que era más lista que ellos o… la venganza de la estudiante.
No lo tenía muy claro, pero su testimonio me estremeció. Le pregunté si conocía el paradero de África. Me respondió que no, pero que tras un tiempo le envió una postal desde San Francisco en la que firmó como “La estudiante que haría lo que fuera”. Además de eso, escribió: “Lo siento más de lo que imagina”. Tras comentarme todo aquello, se nos acabó el tiempo.
Posteriormente, hablando con Zack me di cuenta de que a pesar de todo yo aún seguía creyendo que era culpable. Tres tribunales le declararon culpable: aunque soy de las que cree que la verdad no existe, lo cierto es que ese punto de vista me vale. Hoy por la noche hemos vuelto a ver al cowboy del furgón.

SEGUNDO DÍA.

Esta mañana, antes de ver de nuevo a Grey, el mocoso y yo hemos ido a ver el Museo de la Muerte de Daniel Grey a un chalet en cuya entrada había un cartel que decía: ¡Vean dónde ocurrió! Nos abrió la puerta una adolescente loca que, a juzgar por su aspecto, podría ser perfectamente la prima de Marilyn Manson. Nos cobró 30 pavos a cada uno y nos mostró una recreación del crimen. La prueba número uno era el whisky: por lo visto, Daniel le daba al frasco. La prueba número dos era un trípode con el que se supone que Daniel había grabado el crimen; no obstante, nunca se encontraron ni vídeos, ni cámara, ni fotos, ni nada. Por lo visto, el hombre encargado de leer el contador testificó haber encontrado a la mujer totalmente desnuda en el suelo de la cocina. Grey la esposó, la amordazó y le puso una bolsa en la cabeza para que se asfixiara (o, al menos eso nos contó nuestra guía profesional). Usó unos guantes de goma para no dejar huellas. Encontraron pegamento del precinto en ellos. Otras pruebas eran la cinta aislante y unas esposas. La chica nos contó además que encontraron la llave de las esposas en el estómago de la víctima: la obligó a tragárselas antes de asfixiarla.

Cuando nos hemos ido, Zack y yo comimos en un restaurante donde volvimos a ver al cowboy del área de servicio, o al menos era la misma camioneta.
En mi siguiente entrevista con Grey, éste me confesó algo extraoficial (algo que, por otra parte, yo ya sabía): Temperance había sido asesinada por el método “Securitas”: te esposan, te obligan a tragarte la llave, te amordazan, te ponen una bolsa en la cabeza y te dejan ahí para que te asfixies. Murió sabiendo que la llave de su libertad estaba dentro de ella. Grey confesó que el problema de todo esto es que una vez mencionó este método en uno de sus artículos, lo cual le implicaba aún más en el asunto. La acusación nunca lo supo. Le pregunté si le estaban incriminando… “Es más que eso”, respondió. Grey me comentó que, en la escena del crimen, había un trípode orientado hacia ella. Me informó de que el trípode no tenía ninguna huella, lo que según él significa que alguien lo llevó hasta allí, lo limpió, lo montó bien y lo dejó. ¿Por qué? Es como si quisieran que él supiera que ahí fuera, en alguna parte, hay una grabación completa de todo lo que pasó aquel día, como si quisieran que muriera sabiendo que la llave de su libertad está ahí fuera, en alguna parte. Le sugerí que puede que esté paranoico, a lo que me respondió enfadado que él era quien más luchaba ahí fuera por abolir la pena de muerte de este país y… mírenle dónde está. ¿Acaso no resulta extraño? Le pregunté, algo atónita, si tenía alguna idea de quiénes podrían ser “ellos”. Me respondió que no, pero que hay alguien trabajando en el tema, una persona que intentaba demostrar su inocencia. Le pregunté si su abogado había contratado a un detective, a lo que ofreció una respuesta negativa. Me dijo que se refería a una periodista.
Yo. ¿Quería que yo me hiciera cargo de la investigación? “Ella tiene que ayudarme”, dijo. “Usted sabe que soy inocente”. Tan sólo pude responderle: “No. No lo sé”.
Grey me contó que, tras lo de la denuncia por violación, su mujer le pidió el divorcio, justificándose mediante el tópico “Es mejor para todos”. Dijo que vendería la casa y que tendrían que hablar acerca de la cuestión de la custodia. A partir de entonces, Grey comenzó a beber a menudo. Además, sus compañeros de trabajo votaron para echarle. Temperance votó a favor de que se quedara, aunque contra sus principios. A partir de ahí, Grey pensaba cada día que había tocado fondo. Pero siempre podía irle peor. Siempre.
Grey trató de recuperar su trabajo, pero si le contrataran de nuevo, a ojos del Consejo rector, de los ex alumnos y de cada novato con oído para los cotilleos, estarían contratando a un violador. Algo así fue lo que le dijeron para no volver a readmitirlo. Aunque Grey alegó que retiraron los cargos, el superior contra argumentó esta afirmación señalando que la gente podría decir que simplemente Grey tuvo un buen abogado. Grey insistió e intentó hacer ver que era inocente, pero le consideraron políticamente incorrecto. Y punto.
A partir de ahí, Grey se emborrachaba cada noche. Muchas veces deambulaba por la calle hablando solo acerca de los trapos sucios de Sócrates y Platón. Trató de contactar con su hijo en numerosas ocasiones, pero le fue imposible. Comunicaba. Volvía a llamar. Comunicaba de nuevo. Llamaba… bebía. Llamaba… bebía. Lloraba. Su mujer le había denegado el acceso a la comunicación con su hijo. Su propio abogado le recomendó que completara con éxito un programa de desintoxicación del alcohol si es que quería poder volver a hacer visitas al niño. Asimismo, su abogado le advirtió que si su esposa convencía al tribunal de que Grey no era una buena influencia para él, probablemente no volvería a verlo nunca más. Daniel me dijo que pensó en ir a buscar a su hijo, pero el abogado le quitó la idea de la cabeza. Le pidió que arreglara su vida como fuera. Daniel decidió acudir a una Asociación de Alcohólicos Rehabilitados, además de emprender la búsqueda de un nuevo trabajo. Consiguió que le contrataran en la cafetería Radio Stead. Después Grey me contó que, tras mucho tiempo sin ver a Temperance, fue a visitarla a su casa. Allí, ella le habló del caso de una joven menor, de color, a la que habían condenado a muerte por matar a un poli. Temperance, aferrándose a los 16 años de la menor, se propuso reivindicar la situación para tratar de evitar que la ejecutaran. Daniel accedió a ayudarla. Un día, Grey fue a ver a Temperance a la sede de Death Watch. Por el camino, se encontró a una ex alumna que, al verle, subió la ventanilla del coche, cerró los seguros y arrancó inmediatamente. Además de esto, al entrar en la sede de Death Watch escuchó a Temperance Hadley hablando con el director nacional. La conversación telefónica se estaba produciendo a través del manos libres, por lo que Daniel escuchó como éste informaba a la señorita Hadley de que la relación del profesor con Death Watch había terminado, ya que lo último que necesitaban es que ese asunto de la violación les ensuciara la reputación. El director incluso prohibió la entrada de Daniel al local. Éste, viendo que la situación se le estaba yendo de las manos, huyó y se pasó los siguientes ocho días bebiendo de nuevo y tratando de contactar con su hijo. Un día lo logró, aunque éste (o su madre) terminó por cortar la llamada. Daniel me contó que a esas alturas ya era incapaz de levantar cabeza. Un día se emborrachó tanto que durmió en la puerta de la casa de Temperance. Ella le encontró tirado en el jardín. Recuerda bien ese día porque la señorita Hadley, de pronto, se desmayó. Grey tuvo que llevarla al hospital. Allí le informaron de que Temperance tenía leucemia. El enfermero supo quién era. Todos sabían quién era. Daniel sólo deseaba ser un personaje anónimo de nuevo. Dios, Temperance tenía leucemia. Debió ser muy duro para Daniel enterarse de ese modo.
Él me dijo que, en ese momento, se sintió el hombre más egoísta del mundo, ya que cuando le dijeron que su compañera se moría se enfadó tanto con ella… Pensó: “¿cómo puedes hacerme esto?”. Daniel decía que ella sabía perfectamente cuánto le costaba necesitar a otra persona y, sin embargo… iba a morirse. Le preguntó por qué no se lo había dicho. Por lo visto, Temperance le dijo que estaba muy ocupada. Daniel dijo que supone que, como a ella le perseguía la muerte, sólo quería ayudar a los demás a evitarla. Eso fue lo que hizo con su vida. “Temperance dejó este mundo mucho mejor de lo que se lo encontró”, me confesó entre lágrimas. Algo dificilísimo. El tiempo, de nuevo, volvió a agotarse. La sesión de hoy ha sido intensísima.

Ya fuera de la Unidad de Ellis, por la noche, Zack y yo hemos ido a Houston a recoger el dinero del pago al abogado de Grey por la entrevista. La luz de la temperatura del coche se ha encendido dos veces. Estoy harta de este cacharro, pero no tengo tiempo de arreglarlo. Medio millón de pavos pesan más de lo que parece, aunque realmente… sólo es dinero. Ya bien entrada la noche, cuando hemos llegado al hotel, llovía a cántaros. Ha ocurrido algo terrible. Esta información es absolutamente confidencial así que espero que jamás nadie pueda llegar a leerlo (sí, lo sé, quizá no sea muy apropiado escribir secretos en papeles que luego dejaré en cualquier lugar de la oficina, pero…). Le he hecho prometer al mocoso que no diría nada, por su bien. El caso es que, cuando hemos entrado en la habitación del motel de Houston, la puerta estaba abierta. Al entrar, hemos encontrado una cinta VHS colgada del techo de la habitación, como si alguien la hubiese puesto ahí especial y cuidadosamente colocada para nosotros. He pasado miedo, pero le he echado agallas y, tras comprobar que no había nadie dentro de la habitación, le he pedido a Zack que fuera a por un reproductor de VHS a algún lugar cercano al motel. En la cinta ponía: “Para Jesse Bloom”. No hemos llamado a la poli. Me parecía estúpido. Si ha podido entrar en mi habitación en plena luz del día seguramente no haya dejado huellas. Los del motel tampoco saben nada. Ni Zack ni yo estábamos preparados para ver la cinta… era ella. Era la víctima. Estaba tumbada en el suelo. Desnuda. Llevaba una bolsa en la cabeza, la boca tapada con esparadrapo y las manos esposadas. El vídeo reflejaba justo el preciso momento de su muerte… se ahogaba, se regocijaba en su dolor… pero no pudo resistir. Murió. Murió, seguramente con la llave de su salvación dentro de su estómago. No entiendo nada. No sé cómo puede existir en el mundo alguien que carezca tanto de escrúpulos como para ser capaz de hacer algo así. ¿Habrá sido él?
Zack y yo hemos estado pensando mucho desde que hemos encontrado el vídeo. Zack opina que Grey quizá esté diciendo la verdad, y que tal vez un hijo de puta se la jugó. Y cometió el crimen perfecto. Pero… ¿por qué enviarle una prueba así a una periodista el día antes de su ejecución? El mocoso opina que no tiene sentido. Yo… yo creo que es perfecto. Todo el mundo sabe lo difícil que es conseguir un nuevo juicio en Texas, sabe que la revista no puede hacer publicidad sustancial antes de la ejecución. Habría que dárselo a un diario o a una televisión. Y no lo haremos. Pero, sobre todo, sabe que hoy se lo diría a Grey. Creo que es muy probable que la muerte de Temperance sea una forma más de torturar a Grey, eso acabaría con él y los abolicionistas parecerían unos locos. Quienquiera que sea el enfermo que me ha enviado el vídeo, desde luego es un asesino, un asesino que ha conseguido que Grey se pase seis años en el corredor de la muerte por violación y asesinato y luego deja que muera, que muera sabiendo que todos le recordarán con indignación. Destruye su vida, su obra. Su recuerdo. Y le obliga a verlo. Zack cree que eso es mucho odio y se pregunta el por qué de hacerlo público. Mi respuesta ha sido que el odio no es divertido si te lo guardas.
Antes, durante el camino en coche, hemos vuelto a ver al cowboy de la furgoneta. Hemos tratado de anotar su matrícula, aunque el muy listillo se ha dado cuenta y justo ha girado repentinamente. Aún sigo consternada con lo del vídeo… aunque haya pasado ya un rato desde que lo vimos. Ahora son las 8.00. Le he dado la llave de la habitación a Zack. Tengo que ir al baño.

De: María Reyes, tu ayudante.

Buenas noches, señor. Me he puesto a investigar un poco sobre Jesse Bloom y su pasado. Es todo lo que he podido recopilar con tan poco tiempo, espero que esta información pueda serle de utilidad.
Tuvo una infancia sin incidentes en Burlington, Vermont. Sus padres se divorciaron cuando tenía doce años, aunque al parecer esto no repercutió en su trayectoria académica. Se licenció en la universidad de Yale (Connecticut) en periodismo sin grandes méritos. Su carrera profesional fue mediocre, en pequeñas periódicos locales, hasta hace unos cinco años que fue contratada por la revista “Casos de Actualidad” en Tenton (New Jersey), que la granjearía cierto renombre con varias investigaciones sobre diversos casos de convictos sentenciados por crímenes graves. El punto de inflexión que más llama la atención en la carrera de Bloom es que fue encarcelada, acusada de desacato por el tribunal de New Jersey por un artículo que publicó hará un año y medio sobre los métodos utilizados en las redes sociales de Internet por los pedófilos para captar a los niños. Se negó a desvelar sus fuentes y fue condenada por ello.

Si me lo permite, no sé cómo no la despidieron después de aquel revuelo. Seguiré trabajando en lo que necesite, señor.


De: Zack Crowley, asistente de Jesse Bloom.

He estado haciendo memoria sobre el día de la desaparición. Antes de entrevistarse con Grey, Jesse me mandó buscar información sobre su abogado, Henry Cox, un completo incompetente. Perdió la oportunidad de rebajar la pena de Grey porque llegó tarde a una vista con el fiscal del distrito. Además, según Jack Steiner, un prestigioso abogado que se ofreció a defender a Daniel sin comisión y que éste rechazó para continuar con Cox, es un idiota. “Mucho sombrero y poca cabeza”, eso me dijo uno de los mejores abogados defensores del país. En fin, me pongo enfermo sólo de pensarlo. ¡Y encima no responde a mis llamadas ahora que tengo que localizarle por la entrevista!
¡Ah! Casi se me olvida, también estuve indagando un poco sobre África, la alumna que fue presuntamente violada… ¿y sabe qué? No encontré nada de nada, ni a un puñetero alumno que la recordarse en toda la facultad. Sin embargo Jesse salió tan sorprendida el primer día que habló con él… Quedó cautivada con su historia.
Eso fue lo que estuve haciendo antes de encontrarme con ella, apenas hallé nada de utilidad, pero puede que sí que sepa usted sacarle partido, señor agente.

Le mantendré informado si recuerdo algo más.



De: María Reyes, tu ayudante.

Buenas noches de nuevo, señor.

Me he dedicado a recopilar información sobre Daniel Grey y Temperance Hadley. Ambos trabajaban en la universidad de Austin (Texas), uno de filosofía contemporánea y la otra de literatura romántica y ambos eran buenos amigos. Pertenecían a un grupo que persigue la abolición de la pena de muerte en el estado, Death Watch. Se dedican a ejercer presión mediática y el antiguo diligente del grupo, James Burt, protagonizó una serie de altercados violentos contra las fuerzas policiales de Dallas en al menos tres ocasiones. No obstante, cuando éste fue relevado por Hadley en la dirección de Death Watch, el grupo se dedicó a reivindicaciones más mediáticas, mucho menos radicales.
Daniel estaba casado con Susan Spelling y tuvo un hijo, Josh. Sin embargo, a raíz de una acusación de África Spearman de violación, Susan pidió el divorcio y Daniel quedó al parecer destrozado. Aunque la demanda de África fue retirada, la universidad no renovó su contrato y pronto tuvo que abandonar su casa y buscar un nuevo trabajo. A partir de ahí se hace difícil seguirle la pista. Fuentes dudosas me han asegurado que estuvo una temporada en casa de Temperance, pero no sé hasta que punto darles credibilidad.
Sobre la doctora Hadley, poco que decir. Padecía una leucemia que poco a poco estaba consumiendo su vida y, aparte de su actividad como docente y miembro del Death Watch, poco más puedo informar sobre ella.


De: Comisaría de Austin

Hemos detenido a Samanta Adler por conducción temeraria y escándalo público. En su declaración hemos encontrado algo que podría resultarle interesante, según las palabras de la agente Reyes.


Archivo adjunto: Fragmento del testimonio declaratorio de Samanta Adler, extraído del Archivo de la Comisaría de Austin.

“Sí, actualmente vivo en la casa de Hadley… pero bueno, cada uno puede hacer lo que quiera con su negocio hogareño, ¿no? No creo que sea ilegal recrear crímenes… es como… ¿teatro? Sí, teatro. Además, tampoco se gana tanta pasta con ello. Sólo lo hago porque no quiero volver a casa de mis viejos.” […] ¿Que si recuerdo…? Sí, es cierto. Recuerdo a esos chicos. Hace un par de días vinieron a ver mi museo. No quisieron comprar el vídeo que les ofrecí, ¡malditos rácanos! Creo que eran periodistas, al menos la tía tenía cara de serlo, y creo que mencionaron algo entre ellos acerca de un artículo y de una entrevista de no sé qué. Pagó ella; él tenía pinta de mantenido. Creo que se asustaron un poco por mi aspecto… y parecieron no creerse nada de que les dije. No sé, que adorne un poquito la historia no significa que sea mentira, ¿no? Es sólo el sentimiento estético inherente a mi ser, que me posee…”

De: Zack Crowley, asistente de Jesse Bloom.

No le he dicho nada porque no debería… Pero estoy tan preocupado por Jesse que tal vez merezca la pena romper la promesa que nos hicimos. Cuando entramos en la habitación del hotel encontramos un video colgando de la puerta.
Alguien había entrado en la habitación y dejado la cinta de VHS colgando de una soga, como si estuviera ahorcada. Ésta tenía un título: “para Jesse Bloom”. Menuda locura…
Verá… pusimos la cinta sin dudarlo ni un instante y… aún siento escalofríos al recordar la imagen… Vimos a Temperance, sí, la asesinada… Estaba tendida en el suelo, desnuda, con una bolsa en la cabeza y las manos esposadas en la espalda. Y se retorcía frenéticamente, tratando de escapar de una muerte inevitable. No quiera saber cómo movía las piernas, retorcía las muñecas tratando de sacarse la bolsa de la cabeza hasta que, finalmente, muere asfixiada… Decidimos que lo mejor era no hablar de ello con nadie y consultar a Cox para ver si conseguían aplazar la ejecución… Pero ese idiota dijo que podía ser un montaje y dado que a Temperance, porque estoy seguro de que era ella, no se le veía el rostro ya que lo tenía dentro de la maldita bolsa no había modo de determinar que era ella realmente. ¡Pero moría en el vídeo! ¿Qué clase de depravado grabaría algo así? Estoy seguro de que Daniel no.

Después de ver el vídeo Jesse salió afuera a tomar un poco el aire y bueno… No volví a verla.


De: Zack Crowley, asistente de Jesse Bloom.

Perdone que le moleste de nuevo, pero recuerdo otro suceso inquietante a nuestra llegada a Houston. El primer día por la mañana que llegamos aquí, nos venía siguiendo una camioneta con un cowboy dentro escuchando ópera a todo volumen. Bueno, un tipo con sombrero de cowboy tan popular de esos que llevan los tejanos.
Vaya, que nos estuvo persiguiendo cerca de una hora y cuando reparamos en él y fuimos a tomarle la matrícula, éste se dio cuenta y desapareció de improviso.

No obstante, volvimos a ver su camioneta al menos en dos ocasiones más: de camino a la penitenciaria de Ellis el segundo día, según me informó Jesse, y la noche del primer día, mientras cenábamos en un taco bell. No sé si tendrá algo que ver con la desaparición de Jesse, pero mejor no dejarse nada en el tintero.


De: María Reyes, tu ayudante.

Le anexo una grabación de mi entrevista con Emily Summers, integrante del grupo Death Watch que he encontrado en la Red.


Archivo adjunto:
Entrevista a Emily Summers.

¿Qué podría decirme de Death Wacht?

Somos un grupo pacifista que vela por los derechos fundamentales del hombre. ¡Todo el mundo tiene derecho a la vida y los presos son una excepción! Puede que sus actos sean deplorables, pero no merecen la muerte, nadie la merece. El ojo por ojo no lleva a ningún lado y Death Watch pretende terminar con esta locura.

Entiendo, señorita Summer. ¿Cómo piensan lograrlo?


Hay mucha gente contraria a la pena de muerte y lo que pretendemos es que salgan a la calle y sumen sus voces a las nuestras. Nuestra mejor baza es hacernos oír en los casos más polémicos para que la gente, tranquilamente sentada en sus casas y comiendo tortitas, se pregunte ‘¿eh? ¿Quiénes son esos de ahí? ¿Qué está pasando?’. Queremos que se levanten y reflexionen, que entiendan que esto es una atrocidad.
También repartimos folletos, damos charlas informativas y hasta hemos protagonizado debates contra determinadas figuras republicanas del gobierno que se empeñan en mantener un sistema arcaico y monstruoso.

Entonces, sus métodos no son violentos, ¿verdad?

En absoluto.

Pues según la prensa, hace apenas seis meses uno de vuestros antiguos componentes, que al parecer estuvo un tiempo dirigiendo el cotarro, fue detenido y acusado de escándalo público y resistencia a la autoridad en una de vuestras ‘pacíficas’ manifestaciones aquí, en la puerta del tribunal de justicia. ¿Qué podría decirme al respecto?


No tengo nada que comentar.

Pues yo sí. Verá, James Burt –que es a quien me refería antes- pasó dos noches en la cárcel y después volvió al grupo y según tengo entendido, gracias a la doctora Hadley no fue expulsado de vuestra asociación, lo cual es francamente curioso habida cuenta de la relación sentimental que al parecer existía entre ambos. Y, francamente, me sorprende que una organización tan comprometida como la vuestra tenga relaciones tan turbias en su interior.


¡Sí, joder! James sigue con nosotros, con su sombrero de cowboy y todo. Fue un maldito error, un puñetero malentendido. Hablamos todos largo y tendido y decidimos darle una oportunidad porque nosotros, a diferencia del gobernador, sí creemos que las personas puedan cambiar. Y precisamente por ello no es necesario gasearlas ni freírles los sesos con la silla, porque…”

Y bueno, luego sigue hablando del grupo y sus ideales.

También tengo algo sobre Cox, el abogado. Según parece los datos oficiales sobre el juicio de Daniel Grey coinciden con la versión del asistente de Bloom. Es decir, el señor Cox es un abogado mediocre que además no está especializado en este tipo de casos. Fue él también que llevó el divorcio de Grey, momento en el cual ambos pudieron desarrollar una hipotética amistad que explicaría por qué Grey rechazó los servicios de otros abogados defensores. He tratado de localizarle pero no lo he conseguido.

Eso es todo, señor.


De: Janus Haufman, jefe del departamento de policía de Texas.

¿Qué está haciendo Anderson? Necesito un informe ya, cuanto antes. No se imagina cómo está el señor gobernador. ¡Vamos! No tenemos todo el día…

Si has llegado hasta aquí, te recomiendo la película "la vida de david gale".

Saludos!

1 comentario:

Hinageshi dijo...

Película vista, me ha parecido genial.